Presentación

Este blog está realizado con el objetivo de divulgar conocimientos sobre filosofía, ciencia, sociedad, política y espiritualidad en un intento de unir estas disciplinas que en la actualidad se estudian por separado. Continuar leyendo la presentación

jueves, 11 de septiembre de 2014

¿Quién era Carl Jung?


Carl G. Jung, médico y psicólogo, formó parte del círculo de Sigmund Freud que crearía el método del psicoanálisis, pero llega un punto en que se distancia de las teorías freudianas. Freud defendía que todos los porblemas de personalidad en los adultos eran fruto de traumas de infancia no resueltos que se quedaban latentes en el inconsciente. Por su parte Jung pensaba que el comportamiento humano era demasiado complejo como para recluirlo y atribuirlo en exclusividad a la “memoria de la infancia”, y entonces crea su teoría del inconsciente colectivo; una parte de la mente humana inconsciente que nos conecta de alguna manera con los demás individuos, en donde residen unos patrones de comportamiento universales llamados arquetipos. Los arquetipos pueden mostrarse en forma de símbolos en los sueños, son la fuente de la imaginación colectiva que creó la mitología en épocas pasadas. Dioses, espíritus, demonios, ángeles, extraterrestres... son la parte reconocible en nuestro pensamiento racional, de “cosas” que superan la comprensión lógica de la mente humana, que residen en lo incognoscible. No voy a posicionarme en si estas “cosas” son realidad o fruto de la imaginación humana, pues este es un debate filosófico fútil para el tema que nos ocupa. Son realidad en la mente humana, pues son pensamientos, y con esta apreciación nos bastará por el momento.

Según Jung, el arquetipo tiene una esencia y una apariencia, siguiendo con la filosofía Kantiana del noumen y el fenoumen. Según la cultura o la educación(parte racional y visible de la mente humana) que hayamos recibido, un mismo arquetipo o principio de comportamiento puede manifestarse de una forma u otra. Por ejemplo, si somos cristianos podemos soñar con ángeles y demonios, y quizás aquel sueño tenga el mismo significado profundo que el de un ateo que sueñe con distintas figuras extraterrestres. Un arquetipo X puede tomar una forma u otra en nuestra mente simbólica de los sueños o del lenguaje según la cultura en donde se encuentre la persona.

Pero las teorías de Carl Jung han sido ampliamente abandonadas tanto por la ciencia, como por la medicina y los estudios reglados de psicología. ¿Por qué? Enlazo ahora con la creencia oficial de lo que es “real”. Defender que las imágenes de un sueño son algo así como “reales” supone a día de hoy tener en contra a toda la estructura de los estudios universitarios, con sus becarios, profesores interinos, profesores titulares, catedráticos, y rectores que conforman este sistema de transmisión de “conocimiento” con raíces en el sistema feudal, que en la época de Internet y de las nuevas tecnologías todavía no ha encontrado la oportunidad de modernizarse. Estamos hablando de un sistema de “conocimiento” en donde para conseguir una plaza hay que rendir pleitesía a tu superior, y hay que enseñar a los jóvenes alumnos lo que diga el catedrático del departamento que lleva viviendo como un rey desde hace cuarenta años y que desde que consiguió la plaza no ha abierto ni una revista científica ni un libro para informarse de las nuevas tendencias socioculturales. Pero trabajan la mitad que un trabajador normal, y cobran cuatro veces más.

Después de quedarme a gusto criticando el sistema feudal-universitario, volvamos al estudio de la psicología humana. Jung es defenestrado del sistema. Es un “hereje” porque no comparte la visión materialista de la “ciencia”. Y digo la palabra “hereje” porque Jung realiza una investigación exhaustiva precisamente de los gnósticos, los acusados de herejía durante la edad media, declarándose él mismo algo muy próximo a “gnóstico”. La persona “gnósitca” es aquella que “conoce”. El gnosticismo es un sistema de pensamiento enfocado a la realización personal, a obtener el equilibrio entre las distintas facetas que componen la vida humana, libre de obediencias externas como podrían ser la de un estado opresor o la de una religión como la del vaticano. El gnóstico ve por él mismo, y elige su propio camino.

Jung llegó a sus conclusiones después de una vida dedicada el estudio de la mente humana, tanto mirando hacia su interior, como analizando a sus pacientes. En la carrera de psicología actual se enseñan, por contra, las teorías de Lacan, una persona que realizó sus estudios con perros. Sí, con perros. Esto no es ninguna metáfora despreciativa hacia ningún colectivo humano. La psicología “humana” que se enseña en la universidad está basada en la psicología del perro. Entonces me pregunto yo, porque tengo una mente inquieta y a menudo me hago preguntas subversivas: ¿no será que hay alguien en cierta posición de poder a quien le interesa que el ser humano sea visto como un perro? ¿No será que interesa que el ser humano funcione con estímulos premio-castigo, y acate obedientemente las normas de su amo? ¿En dónde quedan entonces los coneptos de conciencia, libertad, responsabilidad, libre albedrío, si la psicología universitaria es la del perro? Y si obedeciendo a tu amo llega un punto en que encuentras que falta algo en tu vida, estás cansado de la monotonía, sueñas cosas fantásticas que no tienen nada que ver con tu realidad diaria, y te deprimes, entonces para eso están las compañías farmacéuticas, que nos suministrarán inmediatamente antidepresivos para que dejemos de hacernos estas preguntas “raras”.






Carl Jung: Recuerdos, sueños y pensamientos(1961). Extracto del capítulo 12: Últimos Pensamientos.
 
A la luz siguen las tinieblas, la otra cara del Creador. Este desarrollo alcanza su punto culminante en el siglo XX. Ahora el mundo cristiano se enfrenta realmente con el principio del mal, concretamente con la franca injusticia, tiranía, mentira, esclavitud y coacción de conciencia. Esta manifestación del mal sin disimulo ha adoptado en el pueblo ruso figura permanente al parecer, aunque el primer brote de incendio se produjo en los alemanes. De este modo se ha evidenciado hasta qué grado está socavado el cristianismo del siglo XX. Frente a esto el mal ya no se deja equiparar con el eufemismo de la inofensiva privatio boni. El mal se ha convertido en realidad determinante. Ya no se puede eliminar del mundo una perífrasis. Debemos aprender a contar con él, pues quiere vivir con nosotros. Cómo sería ello posible: sin grandes desgracias no es de momento concebible. En todo caso, necesitamos una reorientación, es decir una metanoia. Si se habla del mal existe el peligro de caer en él. Y ya no está permitido «caer», ni siquiera en el bien. Un supuesto bien en el que se cae pierde su carácter moral. No se trata de que se convirtiera en mal, pero desencadenaría malas consecuencias por haber caído en él. Toda adicción es mala, independientemente de si el narcótico es el alcohol, morfina o idealismo. Tenemos que estar prevenidos de pensar sobre el bien y el mal como opuestos absolutos. El criterio sobre la acción ética ya no puede consistir en la simple visión que el bien tiene la fuerza de un imperativo categórico, mientras que el llamado mal puede resolutivamente ser evitado. El reconocimiento de la realidad del mal necesariamente relativiza tanto al bien como al mal, convirtiendo a las dos mitades en un todo paradójico. En la práctica esto significa que el bien y el mal pierden su carácter absoluto y nosotros nos vemos forzados a reflexionar que representan juicios. La imperfección de todo juicio humano nos sugiere siempre la duda de si nuestra opinión es siempre acertada.

También podemos encontrarnos sometidos a un juicio falso. Por ello el problema ético se capta solamente cuando nos sentimos inseguros respecto a nuestra calificación moral. Con todo, debemos decidirnos éticamente. La relatividad de lo «bueno» y lo «malo» no significa en absoluto que estas categorías queden invalidadas o no existan. El juicio moral se encuentra presente siempre y en todas partes con sus consecuencias psicológicas características. Tal como he subrayado en otro lugar, el error cometido, planeado y pensado se vengará en nuestras aulas en el futuro igual que ha hecho hasta el presente, independientemente de que el mundo haya cambiado o no para nosotros. Son solamente los contenidos del juicio los que sucumben a las condiciones de lugar y tiempo, y varían paralelamente. La valoración moral se fundamenta siempre en nuestro código de costumbres, que nos parece seguro, que pretende saber lo que es bueno y malo. Pero ahora que sabemos lo inseguro que es el fundamento, la decisión ética se convierte en una acto creador subjetivo que sólo podemos asegurarnos concedente Deo, es decir, necesitamos un impulso espontáneo y decisivo por parte del inconsciente. La ética, es decir, la decisión entre Bien y Mal, no es afectada por esto, sólo se dificulta. Nada puede ahorrarnos la tortura de la decisión ética. Por esta razón, por duro que pueda sonar, debemos de tener la libertad en algunas circunstancias de evitar el conocido bien moral y realizar lo que es considerado como malo, si nuestra decisión ética lo requiere. En otras palabras: no hay que caer en los extremos. Frente a una parcialidad de ese tipo disponemos del modelo del netineti de la filosofía India. En ella el código de la moral, si el caso lo exige, se suprime sin falta y se deja a la decisión ética del individuo. Esto no es en sí nada nuevo, sino que se ha conocido ya desde la época prepsicológica como «colisión de deberes».

El individuo, sin embargo, es generalmente tan ignorante que desconoce en absoluto sus propias posibilidades de elección y por esta razón busca siempre angustiadamente las reglas y leyes externas en que poder confiar en su desorientación. Visto desde la insuficiencia humana general, una gran parte de culpa reside en la educación, que promulga las antiguas generalizaciones y no dice nada sobre los secretos de la experiencia personal. Además, todos los esfuerzos se realizan en enseñar creencias idealizadas o conductas que la gente sabe en sus corazones que nunca las podrán poner en práctica y estos ideales son predicados por docentes que saben perfectamente que nunca han vivido en estos altos estándares y nunca lo harán. Esta manera de enseñar es aceptada sin reparos.
Así pues, quien desee obtener una respuesta al actualmente planteado problema del mal necesita en primera instancia un autoconocimiento básico, es decir, el mejor conocimiento posible de su totalidad. Debe saber sin paliativos hasta qué punto es capaz de hacer el bien y qué crímenes puede cometer, y debe cuidarse de considerar a uno como real y al otro como ilusorio. Ambas cosas son ciertas como posibilidad y ni una cosa ni la otra se eludirán completamente, si quiere —como debe— vivir sin autoengaño ni autodecepción. Sin embargo, en general, se está desesperantemente lejos de un tal grado de conocimiento, pese a que en muchos hombres de hoy sería perfectamente posible un autoconocimiento más profundo. Tales autoconocimientos son necesarios porque sólo en virtud de ellos resulta posible aproximarse al aspecto básico o al núcleo de la esencia humana, donde choca con los instintos. Los instintos son, a priori, factores dinámicos de los que dependen en última instancia las decisiones éticas de nuestra consciencia. Se trata del inconsciente y sus contenidos, acerca de lo cual no existe ningún juicio definitivo. Sólo se pueden tener prejuicios, pues no resulta posible captar su esencia y fijarle límites racionales. Sólo se alcanza conocimiento de la naturaleza mediante la ciencia que amplía el campo de la consciencia, y por ello también la ciencia necesita autoconocimiento profundo, es decir, necesita de la psicología. Nadie construye un telescopio o microscopio, por así decirlo, a pulso y con buena voluntad, sin conocimientos de óptica.

Hoy necesitamos la psicología por razones vitales. Nos encontramos perplejos, confusos y desorientados frente al fenómeno del nazismo y del bolchevismo, porque no se sabe nada de los hombres o sólo se tiene de ellos una imagen parcial y desfigurada. Si tuviéramos autoconocimiento no sucedería esto. Ante nosotros se alza la terrible cuestión del mal y no se sabe siquiera dar una respuesta. Y si se supiera darla no se podría concebir «cómo pudo suceder todo esto». Con genial ingenuidad un estadista explica que no tiene «imaginación para el mal». Completamente correcto: no se tiene imaginación para el mal, pero él nos tiene a nosotros. Unos no quieren saber esto, otros se sienten identificados con el mal. Tal es la actual situación psicológica del mundo: unos se imaginan aún cristianos y creen que pueden aplastar el llamado mal bajo sus pies; otros han caído en él y ya no ven el bien. El mal se ha convertido actualmente en un Gran Poder: una mitad de la humanidad se apoya en una doctrina fabricada por la racionalización humana; la otra mitad enferma por falta de un mito apropiado a la situación. En lo que respecta al pueblo cristiano, su cristianismo está dormido y ha olvidado en el transcurso de los siglos construir nuevamente su mito. No se ha prestado atención a aquellos que expresaron los oscuros movimientos de crecimiento en las concepciones míticas.

Un Gioacchino da Fiore, un Maestro Eckhart, un Jakob Boehme y tantos otros siguen siendo para las masas hombres oscuros. Un único rayo de luz es Pío XII y su dogma. Pero ni siquiera se sabe de qué hablo cuando digo esto. No se comprende que haya muerto un mito, si ya no vive ni se desarrolla.

Nota: sube el volumen y los graves de tu reproductor ;) 



miércoles, 20 de agosto de 2014

El Libermaxismo, la nueva ideología política


Bueno, me he cansado de estar en la ambigüedad entre el liberalismo y el comunismo. En nuestra sociedad la gente necesita de etiquetas, adoptar ideologías prefabricadas por gente hace muchos años, y declararse de izquierdas, de derechas, liberal, o socialista. En este post voy a unir de una vez por todas el liberalismo puro con la lucha de clases marxista, porque aunque nadie sea capaz de pensar más allá de los simples clichés y etiquetas, las dos ideologías políticas tienen cosas en común, y las dos están en contra del sistema corrupto actual. La unión hace la fuerza, y no se va a poder cambiar el sistema hasta que estas dos corrientes encuentren la manera de juntar esfuerzos para derrocar al sistema bancario-estatal-corporativo que nos gobierna, nos roba, y nos priva de libertad.

Lo primero que hay que hacer es definir los términos, porque a menudo los malentedidos radican en el lenguaje. Primero voy a definir los conceptos que se usan en el mundo de la política:

Neoliberalismo: Política reaccionaria iniciada en los años ochenta por Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Se basa en la defensa del libre mercado pero con un fuerte gasto militar y el privilegio de la banca en la creación del dinero, que se encuentra más allá del libre mercado, incluso del estado. Acostumbran a defender la moral cristiana.

Socialdemocracia: Defensa tanto del libre mercado como del privilegio de la banca, pero defienden que el estado tiene que proveer de manera gratuita ciertos servicios como son la educación, la sanidad, transporte... los recursos para el gasto público necesario en teoría se obtendrían con el aumento de impuestos a la clase rica, pero en la práctica se obtienen con créditos a la banca con interés. En teoría defienden la laicidad del estado, aunque en la práctica esto se convierte en un tipo de creencia materialista, quizás heredada del materialismo dialéctico de Marx. Al ser la educación controlada por el poder del estado, no se enseña a respetar ni la libertad ni el libre albedrío, y no hay alternativa posible. 

Capitalismo: Alternancia entre Neoliberalismo y Socialdemocracia, cada cuatro u ocho años en un teatro mediático del nivel intelectual de un niño de siete llamado Democracia. La banca controla tanto a los medios de comunicación como a los partidos Neoliberales y Socialdemócratas, así que no llega al votante la información sobre otras alternativas reales al sistema.

Las alternativas reales que suponen un cambio son precisamente el comunismo y el liberalismo extremo.

Comunismo: tiene el inconveniente que el estado pasa a controlarlo todo. En teoría las necesidades básicas de la población se pueden cubrir, pero se suprime la libertad como pequeño hándicap sin importancia, y siguiendo con la dialéctica marxista, surge una nueva clase parasitaria del poder que se llama Partido Comunista. Nunca se ha podido llegar al fin de las clases sociales o de la historia, como había pronosticado erróneamente Marx...

Libertarianismo: sólo con presencia en los países con fuerte tradición liberal(Inglaterra y Estados Unidos), defienden una casi anarquía con un estado en mínimas funciones(minarquía). La educación y la sanidad la pagan los individuos, los impuestos son mínimos, nula burocracia, y defensa a ultranza de la libertad individual. Defienden el libre mercado incluso en la creación del dinero, lo que inhabilitaría el monopolio bancario actual junto con sus privilegios. Para que nos entendamos, esto significa que tú como ciudadano podrías pagar con yenes aquí en España, con rublos, garbanzos, participaciones en empresas, fichas de dominó... Eliminar el Banco Central obligaría a los bancos a jugar con las reglas del libre mercado en vez de funcionar como parásitos que cobran del contribuyente. El pequeño inconveniente de la política libertariana tal y como está planteada hoy en día, es que si llegan al poder, dejarían de una tacada a más de la mitad de la población sin los servicios básicos que les permite la subsistencia, lo que no solo no va a suceder porque las clases bajas no son tan imbéciles como para votarlos, sino que si por aquella casualidad de la vida llegasen al poder, inmediatamente se originaría una revuelta social. Defienden la libertad también en el consumo de drogas, abogando por la legalización del comercio con cualquier sustancia: cocaína, heroína, crack, DMT, LSD...

Ahora vamos a realizar una pirueta intelectual y vamos a unir Comunismo con Libertariansimo. Lo voy a llamar libermaxismo.

Libermaxismo: La finalidad del libermaxismo es llegar al fin de la lucha de clases con un programa diseñado para conseguir al cabo de pocos años la minarquía que defienden los libertarios, pero con un poco de suavidad y una reestructuración previa de la riqueza(ojo, no confundir con capital, ya he comentado que ya no hay exclusividad en la concepción del medio de intercambio o dinero). Para el libermaxismo, la primera medida a tomar al llegar al poder sería el cierre de los Bancos Centrales.

Esto provocaría la quiebra masiva de bancos, corralitos como el de Argentina de hace unos años, así que la población tendría que prepararse para funcionar con intercambio de bienes o servicios hasta que las aguas de los bancos se calmasen un poco y pudiesen hacer frente a la nueva manera de funcionar más justa y digna para el ciudadano.

Liberalización de todos los servicios públicos, pero con una diferencia respecto las liberalizaciones que acostumbran a realizar los neoliberales. En vez de dar la empresa pública al compañero de pupitre del presidente, se daría a los trabajadores mediante participaciones en ella según el cargo que ocupen, responsabilidad, o antigüedad. La tierra es de quien la trabaja, como defendían los comunistas hace siglos. Una parte de los hospitales y las escuelas que en la actualidad son de propiedad pública se entregaría en forma de participaciones a los ciudadanos empadronados según proximidad o área de influencia. Los servicios básicos como la educación o la sanidad tendrían de esta manera que competir para vender sus servicios en el libre mercado. Terminaríamos así de una tacada con la doctrinalización en la enseñanza y con los beneficios de la industria farmacéutica, pues dejarían de estar pagados a fondo perdido por el sistema público corrupto actual, y tendrían que competir con la visión alternativa tanto de la educación como de la salud humana, que en la actualidad quedan fuera del sistema. La elección de un método u otro radicaría en el consumidor y en la conciencia o creencia de cada uno.

Evidentemente que se defiende la propiedad privada. La negación del concepto de propiedad es una utopía que ha llevado las bonitas teorías marxistas hasta el autoritarismo stalinista sin ningún respeto por la diferencia ni el individuo. La propiedad otorga responsabilidad, algo que evidentemente se pierde cuando manejas el llamado “dinero público”, que se ha demostrado que siempre termina en los bolsillos de los “amiguetes del gobierno de turno”. Las cooperativas evidentemente que pueden existir en este sistema, cada una según los estatutos que decidan sus miembros en su ejercicio de la libertad y la propiedad.

La finalidad del gobierno, una vez realizada la transición, será velar contra los monopolios y mantener unas leyes simples y entenedoras en defensa de la integridad física, la libertad, la libre asociación, y la propiedad de los ciudadanos.

Se eliminarían los impuestos IVA e IRPF. El estado reducido en funciones se mantendría con las herencias(impuesto de sucesiones). Habrá que ganar dinero para vivir, no para morir...

Cierre del espacio radioeléctrico. A parte del peligro para la salud que supone la saturación de ondas electromagnéticas actual, éstas se han usado en el siglo XX para monopolizar, orientar, y/o guiar la opinión publica a través de la radio y la televisión con técnicas goebbelianas(nazis). Con la tecnología informática y la fibra óptica se evitan las radiaciones electromagnéticas, y permiten la bidireccionalidad de la información, un hecho que per se democratiza, descentraliza la cultura favoreciendo el diálogo y la interacción entre los ciudadanos.

Evidentemente que la ideología política del libermaxismo es internacionalista y no racista. Los estados libermaxistas pomoverán la libertad y el respeto hacia los demás estados aunque todavía sean capitalistas.

En el siguiente vídeo vemos al libertario americano Ron Paul argumentando y exigiendo en el congreso el fin del Banco Central Americano(Reserva Federal).


Y aquí Natalie Cardone nos recuerda una de las víctimas del colonialismo Neoliberal americano.

 

El libermaxismo es la síntesis hegeliana que necesita la actualidad.


lunes, 18 de agosto de 2014

El malentendido en la "ciencia"

La gente acostumbra a separar la ciencia de la religión, a enfrentar lo que se puede probar empíricamente a la creencia ciega o fe. Esto es así porque en los albores de la ciencia, en el s.XVII, los primeros científicos como Copérnico o Galilei tuvieron que afrontar una dura resistencia del poder eclesiástico. Aquella confrontación llevó a una especie de pacto en donde los científicos pasarían a estudiar exclusivamente aquello observable y medible, y la fe religiosa seguiría con exclusividad en materias como la moral, el alma, la vida después de la muerte, es decir; los puntos claves de cualquier religión.

No hay que decir que los primeros filósofos griegos trataban indistintamente de cuestiones metafísicas como de físicas. Es después de la edad media en donde se separa la ciencia observable y medible de la metafísica. Y he aquí donde radica el malentendido que arrastramos hasta la actualidad. Para poder sobrevivir y crecer al margen del poder del Vaticano, la ciencia adoptó un principio filosófico que no se ha vuelto a replantear nunca jamás; sólo existe lo que puede observar y medir el ojo humano.

Pero no se engañen ustedes. La frase anterior no tiene nada de científica, pues no se puede ni demostrar ni rebatir. Y a lo largo de los siglos ha pasado de ser un acuerdo tácito en el método científico, a una verdad indiscutible, a ser una creencia. Y éste es el problema de la ciencia de hoy en día. Hemos comprendido muchas cosas del funcionamiento del cuerpo humano, podemos fabricar cohetes, aviones, ordenadores, pero estamos viviendo alrededor de una ciencia totalmente vacía de cualquier moral o principio ético, y por omisión, acaba triunfando la moral del máximo rendimiento econòmico por encima de otros valores como el libre albedrío y la libertad de culto sobre las cuestiones metafísicas. Hoy en día defender que el ser humano tiene algo como alma supone el ostracismo en los círculos académicos. 


El funcionamiento de la mente es el tema más peliagudo del dogma materialista, pues los científicos a día de hoy no han podido esclarecer dónde se encuentra la mente. Evidentemente que no es un microchip que almacena unos y ceros como los ordenadores. Experimentos con ratas han dado la conclusión de que la memoria no se puede localizar en ningún lugar determinado del cerebro. Por otro lado, los sorprendentes experimentos en física cuántica revelan una misteriosa conexión entre la conciencia de los observadores y la manifestación visible de la materia, y se ha demostrado al mismo tiempo que la información(mente) viaja más allá del espacio-tiempo.

Ver post sobre física cuántica


Pero en el dogma universitario actual, no existe absolutamente nada más allá del mundo físico. La doctrina científica niega la metafísica, y la iglesia cristiana impide todavía realizar nuevas teorías al respecto, aferrándose a su ingente poder. Si le añadimos al desaguisado el interés mercantil de la industria farmacéutica para que toda la población del mundo consuma sus productos químicos “milagrosos” aprovechando la filosofía materialista en la que se basa la ciencia, entonces la humanidad se convierte en una masa de borregos que intenta sin éxito obtener satisfacción consumiendo bienes materiales, y drogas cuando seguimos sin encontrar nuestra felicidad. 
 
Aldous Huxley y Orwell no pudieron visionar mejor la época en la que nos encontramos...