He hablado algunas veces sobre las
diferencias entre la filosofía oriental y la occidental. En Europa
nos pensamos que la tradición oriental es de una rigidez y
costumbres sociales muy determinadas y que sus valores son el
trabajo, el orden y la disciplina. Esto es cierto en apariencia,
porque es la parte visible que un occidental ve de entrada: las
normas sociales confucianas. Lo que diferencia a oriente y occidente,
es que los orientales saben que estas normas son convenios para
mantener la cohesión social y la tradición. Una tradición que está
encaminada a romper la distincion entre el bien y el mal para las
personas adecuadas. Sí. Pueden ser muy rígidos, pero al mismo tiempo
integran el misticismo dentro de su sociedad como meta, algo
impensable en occidente. La educación es esencial para poder
mantener la cohesion social y para poder mostrar luego a los adultos
formas para experimentar el misticismo de manera gradual y que no
suponga ningun choque para el individuo ni para la sociedad. El
taoísmo era el misticismo en esencia de la antigua China, algo que en
Japón se integró en el budismo zen. El budismo se basa en la
creencia de que cualquier persona puede llegar a la iluminación
espiritual, a ser buda, si es correctamente guiada.
La tragedia de occidente fue que las
religiones negaron este poder a los individuos, y exteriorizaron unos
valores que negaban la experiencia personal con el cuerpo. Un cuerpo
que está unido a la mente y a lo que se le suele llamar
alma(inconsciente...). Pero la tradición mística era muy antigua, y
las leyendas paganas aguantaron hasta nuestros dias en forma de
sociedades sectretas. El bien y el mal fueron encarnados en Dios y
Diablo, que no son sinó dos partes complementarias de la misma cosa.
Occidente necesitó la clarividencia de un estudioso en la Grecia
Clásica para recordar este punto. Pero Nietzsche nunca promulgó
hacer el mal, como muchos le quieren atribuir erróneamente.
Simplemente puntualizó que la sociedad actual ha heredado unos
valores fundamentados en una concepción errónea sobre la realidad,
unos valores que se basan en el desprecio del cuerpo o la parte
corporal del ser humano. Estos valores han adquirido una fuerza muy
peligrosa en la ciencia médica actual, en donde permanece la
división cristiana cuerpo/mente como si fuesen sujetos completamente
separados, y los médicos lo primero que hacen es torturar, extripar,
sedar, y medicar en base a estudios que tratan el ser humano en sus
partes por separado. En esto se basa la ciencia racionalista y
reduccionista, como también he comentado alguna vez en el blog: en
negar la unión más que evidente que hay entre el cuerpo y la mente.
Occidente vive en una sociedad que no contempla la experiencia
mística de la unión holística de los opuestos como posible, ni
está preparada en la actualidad para que los individuos la
experimenten en su beneficio. El precio a pagar en la mayoría de los
casos es el ostracismo.
Si Nietzsche hubiese conocido el
taoísmo, sin duda que hubiese modificado sus escritos. Conocía bien
el budismo y el hinduismo, pues la India fue colonia británica, lo
que supuso su apertura a Europa. Pero no olvidemos que Japón expulsó
a los misioneros cristianos, y luego estuvo doscientos años
completamente aislado del mundo exterior hasta mediados del S.XIX. Y
el zen es distinto que el budismo tibetano o hindú. Si bien el
racionalismo de occidente permitió el avance de la técnica y la
tecnología, ahora éste se encuentra en punto muerto. Se necesitan
nuevas concepciones e interpretaciones sobre la realidad para poder
integrar los últimos avances de la física, las matemáticas y la
biología. Y al mismo tiempo, las tradiciones místicas tanto
orientales como occidentales necesitan poder integrar los últimos
descubrimientos científicos, así como ser viables en el método
para cualquier persona del mundo desarrollado actual. Evidentemente no vale eso de estar meses meditando en la montaña sin comer...