El arte sirve para expresar cosas que con el uso ordinario de la palabra no podemos expresar.
Vamos a hablar sobre el cuadro El Gran Masturbador de Salvador Dalí, con el que hice una broma en el post anterior sobre las matemáticas.
Salvador Dalí era un hombre avanzado en su tiempo que estaba por encima de las concepciones ordinarias de la gente de su momento y lugar. De hecho, se creó un personaje de cara al público: El Payaso.
Al buscar las posibles interpretaciones de este cuadro, me he encontrado con un comentario hecho por el propio Dalí al respecto, en este link de la wikipedia en inglés:
http://en.wikipedia.org/wiki/The_Great_Masturbator
En donde decía de forma sutil, que únicamente quería demostrar su afecto a Cadaqués pintando esta “roca”.
Dalí se debería de descojonar por dentro al ver que los estudiosos de arte y periodistas apuntaban su frase.
¿Pero habéis visto el cuadro? ¿Y el nombre inequívocamente explícito? Dalí se reía de la manía que impera en nuestra sociedad de tener que darle a todo una explicación racional. Dalí se expresaba pintando, y pedir a un pintor que explique sus cuadros es como pedir a un pájaro que te preste sus alas.
Yo era un niño cuando ví este cuadro por primera vez en el museo de Figueras, y lo entendí perfectamente. Porque salvando alguna sutileza específica del inconsciente daliniano, es más que evidente aquello sobre lo que trata el cuadro. A ver, dejadme pensar... un cuadro que se llama El Gran Masturbador, y que en él hay una imagen de unos genitales masculinos con una especie de nube con cara de mujer que se acerca en posición de deseo hacia esos genitales... no sé sobre que temática quería hablar Dalí... espera... ¡Claro! ¡Ahora lo veo! ¡Está hablando sobre... ¡la masturbación! Está hablando sobre ¡SEXO! Hay... si suerte que uno tiene un master en historia del arte y otro en psicología, porque si no...
Pero es que claro... aquí había el problema social del tabú que todavía hoy se tiene en el momento de hablar de sexo. Un sexo, que está siendo hoy en día, víctima también del positivismo o cientifismo racional que impera en los centros académicos de nuestra sociedad de principios del S.XXI. Y resulta ser, que el sexo es algo espontáneo, instintivo, e irracional, y no se puede aprender en una aula.
Dos frase de Dalí que muestran su pensamiento:
“Que yo no conozca el significado de mi arte, no significa que éste no lo tenga”.
“La diferencia entre un loco y un genio solo está en el grado de éxito”.
Ah amigos... hablar abiertamente de sexo en nuestra sociedad todavía sigue siendo tabú, aunque la Iglesia Católica ya no tenga potestad sobre las cuestiones morales. Pero resulta ser que hemos delegado la formulación de los valores morales a una superestructura que se llama Ciencia. No importa de que campo hablemos. La Ciencia se basa en la objectividad y universalidad, omitiendo la subjetividad y especificidad, incluso en el ámbito de la psicología, desde Freud.
Hablar de sexo sigue siendo tabú, y ¡oh! ¡Qué casualidad! ¡hablar sobre la locura también!
Nietzsche: El nacimiento de la tragedia, Ensayo de autocrítica, 5
En verdad, no existe antítesis más grande de la interpretación y justificación puramente estéticas del mundo, tal como en este libro se las enseña, que la doctrina cristiana, la cual es y quiere ser sólo moral, y con sus normas absolutas, ya con su veracidad de
Dios por ejemplo, relega el arte, todo arte, al reino de la mentira, - es decir, lo niega, lo reprueba, lo condena. Detrás de semejante modo de pensar y valorar, el cual, mientras sea de alguna manera auténtico, tiene que ser hostil al arte, percibía yo también desde siempre lo hostil a la vida, la rencorosa, vengativa aversión contra la vida misma: pues toda vida se basa en la apariencia, en el arte, en el engaño, en la óptica, en la necesidad de lo perspectivístico y del error. El cristianismo fue desde el comienzo, de manera esencial y básica, náusea y fastidio contra la vida sentidos por la vida, náusea y fastidio que no hacían más que disfrazarse, ocultarse, ataviarse con la creencia en «otra» vida distinta o «mejor». El odio al «mundo», la maldición de los afectos, el miedo a la belleza y a la sensualidad, un más allá inventado para calumniar mejor el más acá, en el fondo un anhelo de hundirse en la nada, en el final, en el reposo, hasta llegar al «sábado de los sábados» - todo esto, así como la incondicional voluntad del cristianismo de admitir valores sólo morales me pareció siempre la forma más peligrosa y siniestra de todas las formas posibles de una «voluntad de ocaso»; al menos, un signo de enfermedad, fatiga, desaliento, agotamiento, empobrecimiento hondísimos de la vida, - pues ante la moral (especialmente ante la moral cristiana, es decir, incondicional)
la vida tiene que carecer de razón de manera constante e inevitable, ya que la vida es algo esencialmente amoral, - la vida, finalmente, oprimida bajo el peso del desprecio y del eterno «no», tiene que ser sentida como indigna de ser apetecida, como lo no-válido en sí.
Nietzsche: Genealogia de la moral, cap. 25
¡No! No se me venga con la ciencia cuando yo busco el antagonista natural del ideal ascético, cuando pregunto: «¿dónde está la voluntad opuesta, en la que se exprese su ideal opuesto?» Ni de lejos se apoya en sí misma la ciencia lo suficiente como para poder ser esto, ella necesita primero, en todos los sentidos, un ideal del valor, un poder creador de valores, al servicio del cual le es lícito a ella creer en sí misma, .. ella como tal no es nunca creadora de valores. Su relación con el ideal ascético no es ya en sí, de ningún modo, una relación antagonística; incluso representa más bien, en lo principal, la fuerza propulsora en la configuración interna de aquél. Su contradicción y su lucha, examinadas de modo más sutil, no apuntan de ningún modo al ideal mismo, sino sólo a las avanzadas de éste, a su disfraz, a su juego de máscaras, a sus ocasionales endurecimiento, desecación, dogmatización ..la ciencia devuelve la libertad a la vida que hay en el ideal ascético, negando lo exotérico en él. Ambos, ciencia e ideal ascético, se apoyan, en efecto, sobre el mismo terreno ..ya di a entender esto..: a saber, sobre la misma fe en la inestimabilidad, incriticabilidad de la verdad, y por esto mismo son necesariamente aliados, .. de modo que, en el supuesto de que se los combata, no se los puede combatir y poner en entredicho nunca más que de manera conjunta. Una apreciación del valor del ideal ascético trae consigo inevitablemente también una apreciación del valor de la ciencia: ¡ábranse los ojos y agúcense los oídos para percibir tal cosa en todos los tiempos! (El arte, dicho sea de manera anticipada, pues alguna vez volveré sobre el tema con más detenimiento, ..el arte, en el cual precisamente
la mentira se santifica, y la voluntad de engaño tiene a su favor la buena conciencia, se opone al ideal ascético mucho más radicalmente que la ciencia: así lo advirtió el instinto de Platón, el más grande enemigo del arte producido hasta ahora por Europa. Platón contra Homero: éste es el antagonismo total, genuino .. de un lado el «allendista» con la mejor voluntad, el gran calumniador de la vida, de otro el involuntario divinizador de ésta, la áurea naturaleza. Una sujeción del artista al servicio del ideal ascético es
por ello la más propia corrupción de aquel que pueda haber, y, por desgracia, una de las más frecuentes: pues nada es más corruptible que un artista. También consideradas las cosas desde un punto de vista fisiológico descansa la ciencia sobre el mismo terreno que el ideal ascético: un cierto empobrecimiento de la vida constituye, tanto en un caso como en otro, su presupuesto, .. los afectos enfriados, el tempo retardado, la dialéctica ocupando el lugar del instinto, la seriedad grabada en los rostros y los gestos (la seriedad, ese inequívoco indicio de un metabolismo más trabajoso, de una vida que lucha, que trabaja con más dificultad).
Examinense las épocas de un pueblo en las que el hombre docto aparece en el primer plano: son épocas de cansancio, a menudo de crepúsculo, de decadencia, .. la fuerza desbordante, la certeza vital, la certeza de futuro, han desaparecido. (...)
La ciencia concebida como problema; ¿qué significa ciencia? ..véase sobre esto el prólogo a El nacimiento de la tragedia. –– ¡No!, esta «ciencia moderna» ..¡basta abrir los ojos!.. es por el momento la mejor aliada del ideal ascético, ¡y lo es justo por ser la ciencia más inconsciente, más involuntaria, más secreta y más subterránea! Hasta ahora han jugado un mismo juego los «pobres de espíritu» y los adversarios científicos de aquel ideal (guardémonos de pensar, dicho sea de paso, que éstos sean la antítesis
de aquéllos, algo así como los ricos de espíritu: ..no lo son, yo los he denominado hécticos del espíritu).
Esas famosas victorias de los últimos: indudablemente son victorias, .. ¿pero sobre qué? El ideal ascético no fue vencido de ningún modo en ellas, antes bien se volvió más fuerte, es decir, más inaprensible, más espiritual, más capcioso, por el hecho de que, una y otra vez, la ciencia eliminó, derribó sin compasión un muro, un bastión que se había adosado a aquél y que había vuelto más grosero su aspecto. ¿Se piensa en
serio que, por ejemplo, la derrota de la astronomía teológica fue una derrota de tal ideal?... ¿Es que acaso el hombre se ha vuelto menos necesitado de una solución allendista de su enigma del existir, por el hecho de que, a partir de entonces, ese existir aparezca ahora más gratuito aún, más arrinconado, más superfluo en el orden visible de las cosas? ¿No se encuentra en un indetenible avance, a partir de Copérnico, precisamente el autoempequeñecimiento del hombre, su voluntad de autoempequeñecimiento? Ay, ha desaparecido la fe en la dignidad, singularidad, insustituibilidad humanas dentro de la escala jerárquica de los seres, .. el hombre se ha convertido en un animal, animal sin metáforas, restricciones ni reservas, él, que en su fe anterior era casi Dios («hijo de Dios», «hombre Dios»)... A partir de Copérnico el hombre parece haber caído en un plano inclinado, .. rueda cada vez más rápido, alejándose del punto central .. ¿hacia dónde?, ¿hacia la nada?, ¿hacia el «horadante sentimiento de su nada»?... ¡Bien!, éste precisamente sería el camino derecho
..¿hacia el antiguo ideal?... Toda ciencia (y no sólo la astronomía, sobre cuyo humillante y degradador influjo hizo Kant una notable confesión, «ella aniquila mi importancia ...»), toda ciencia, tanto la natural como la innatural ..así llamo yo a la autocrítica del conocimiento.. tiende hoy a disuadir al hombre del aprecio en que hasta ahora se tenía a sí mismo, como si tal aprecio no hubiera sido otra cosa que una extravagante
presunción; incluso podría decirse que la ciencia pone su propio orgullo, su propia áspera forma de ataraxia estoica en mantener en pie en sí misma ese difícilmente conseguido autodesprecio del hombre, como su última y más seria reivindicación de aprecio (con razón, de hecho: pues quien desprecia es siempre todavía alguien que «no ha olvidado el apreciar...»). ¿Se trabaja en verdad así en contra del ideal ascé-
tico? ¿Acaso se piensa aún, con toda seriedad (como se imaginaron algún tiempo los teólogos), que, por ejemplo, la victoria de Kant sobre la dogmática de los conceptos teológicos («Dios», «alma», «libertad», «inmortalidad») ha demolido aquel ideal? ..a este respecto nada debe importarnos por el momento si Kant mismo tuvo siquiera el propósito de hacer algo de ese tipo. Lo cierto es que, a partir de Kant, los trascendentalistas de toda especie han tenido de nuevo ganada la partida, ..se han emancipado de los teólogos: ¡qué felicidad! ..Kant les ha descubierto un camino secreto en el que ahora les es lícito entregarse, con sus propios medios y con el mejor decoro científico, a los «deseos de su corazón». Asimismo: ¿quién podría tomar a mal ya a los agnósticos el que éstos, en cuanto veneradores de lo desconocido y misterioso en sí,
adoren ahora como Dios el signo mismo de interrogación? (Xaver Doudan habla en una ocasión de los ravages [estragos] producidos por 1’habitude d’admirer 1’inintelligible au lieu de rester tout simplement dans I’inconnu [el hábito de admirar lo ininteligible en lugar de quedarse simplemente en lo desconocido]; él piensa que los antiguos habrían prescindido de ello). Suponiendo que nada de lo que el hombre «conoce» satisfaga sus deseos, sino que más bien los contradiga y espante, ¡qué divina escapatoria el que sea lícito buscar la culpa de ello no en el «desear», sino en el «conocer»!... «No existe ningún conocer: en consecuencia –– existe Dios»: ¡qué nueva elegantia syllogismi [elegancia del silogismo], ¡qué triunfo del ideal ascético! ..
Nietzsche: Así habló Zaratustra, Libro 4
Levantad vuestros corazones, hermanos míos, ¡arriba! ¡más arriba!, ¡y no me olvidéis tampoco las piernas! Levantad también vuestras piernas, vosotros buenos bailarines, y aún mejor: ¡sosteneos incluso sobre la cabeza!
Esta corona del que ríe, esta corona de rosas: yo mismo me he puesto sobre mi cabeza esta corona, yo mismo he santificado mis risas. A ningún otro he encontrado suficientemente fuerte hoy para hacer esto. Zaratustra el bailarín, Zaratustra el ligero, el que hace señas con las alas, uno dispuesto a volar, haciendo señas a todos los pájaros, preparado y listo, bienaventurado en su ligereza: -Zaratustra el que dice verdad, Zaratustra el que ríe verdad, no un impaciente, no un incondicional, sí uno
que ama los saltos y las piruetas: ¡yo mismo me he puesto esa corona sobre mi cabeza! Esta corona del que ríe, esta corona de rosas: ¡a vosotros, hermanos míos, os arrojo esta corona! Yo he santificado el reír; vosotros hombres superiores, aprendedme - ¡a reír!
Nietzsche: Genealogía de la moral, cap. 27
..¡Basta! ¡Basta! Dejemos estas curiosidades y complejidades del espíritu más moderno, en las que hay igual número de cosas de que reír y de que enfadarse. Precisamente nuestro problema, el problema del significado del ideal ascético, puede prescindir de ellas. .. ¡Qué tiene él que ver con el ayer y con el hoy! Esas cosas las abordaré con mayor profundidad y dureza en otro contexto (bajo el título Historia del nihilismo europeo; remito para ello a una obra que estoy preparando: La voluntad de poder. Ensayo de una transvaloración de todos los valores). Lo único que me interesa haber señalado aquí es esto: incluso en la esfera más espiritual el ideal ascético continúa teniendo por el momento una sola especie de verdaderos enemigos y damnificadores: los comediantes de ese ideal, .. pues provocan desconfianza. En todos los
demás lugares en que el espíritu trabaja hoy con rigor, con energía y sin falsedades, se abstiene ahora en todos ellos por completo del ideal ..la expresión popular de esa abstinencia es «ateísmo»: descontada su voluntad de verdad. Pero esta voluntad, este resto de ideal, es, si se quiere creerme, aquel ideal mismo en su formulación más rigurosa, más espiritual, aquel ideal vuelto total y completamente exotérico, despojado
de todo aparejo exterior, y, en consecuencia, no es tanto el resto de aquel ideal cuanto su núcleo. El ateísmo incondicional y sincero (.. y su aire es lo único que respiramos nosotros, los hombres más espirituales de esta época) no se encuentra, según esto, en contraposición a aquel ideal, como a primera vista parece; antes bien, es tan sólo una de sus últimas fases de desarrollo, una de sus formas finales y de sus consecuencias
lógicas internas, .. es la catástrofe, que impone respeto, de una bimilenaria educación para la verdad, educación que, al final, se prohibe a sí misma la mentira que hay en el creer en Dios. (Este mismo proceso evolutivo se ha dado en la India, con total independencia, y, por tanto, demuestra algo: el mismo ideal forzando a la misma conclusión; el punto decisivo alcanzado cinco siglos antes de la era europea, con Buda,
o, más exactamente: ya con la filosofía sankhya que luego Buda popularizó y convirtió en religión.)
¿Qué es aquello que, si preguntamos con todo rigor, ha alcanzado propiamente la victoria sobre el Dios cristiano? La respuesta se encuentra en mi libro La gaya ciencia «La moralidad cristiana misma, el concepto de veracidad tomado en un sentido cada vez más riguroso, la sutilidad, propia de padres confesores, de la conciencia cristiana, traducida y sublimada en conciencia científica, en limpieza intelectual a cualquier precio. Considerar la naturaleza como si fuera una prueba de la bondad y de la protección de un Dios; interpretar la historia a honra de la razón divina, como permanente testimonio de un orden ético del mundo y de intenciones éticas últimas; interpretar las propias vivencias cual las han venido interpretando desde hace tanto tiempo los hombres piadosos, como si todo fuera una disposición, todo fuese un signo,
todo estuviese pensado y dispuesto para la salvación del alma: ahora esto ha pasado ya, tiene en contra suya la conciencia, todos los espíritus más finos consideran esto indecoroso, deshonesto, lo consideran mentira, debilidad, cobardía, ..y precisamente en virtud de este rigor somos, si lo somos en virtud de algo, buenos europeos y herederos de la autosuperación más prolongada y más valerosa de Europa...
» Todas las grandes cosas perecen a sus propias manos, por un acto de autosupresión: así lo quiere la ley de la vida, la ley de la «autosuperación» necesaria que existe en la esencia de la vida, .. en el último momento siempre se le dice al legislador mismo: patere legem, quam ipse tulisti [sufre la ley que tú mismo promulgaste]. Así es como pereció el cristianismo, en cuanto dogma, a manos de su propia moral; y así es
como ahora también el cristianismo en cuanto moral tiene que perecer, .. nosotros nos encontramos en el umbral de este acontecimiento. Después de que la veracidad cristiana ha sacado una tras otra sus conclusiones, saca al final su conclusión más fuerte, su conclusión contra sí misma; y esto sucede cuando plantea la pregunta «¿qué significa toda voluntad de verdad?»... Y aquí toco yo de nuevo mi problema, nuestro problema,
amigos míos desconocidos: ¿qué sentido tendría nuestro ser todo, a no ser el de que en nosotros aquella voluntad de verdad cobre conciencia de sí misma como problema?...
Este hecho de que la voluntad de verdad cobre consciencia de sí hace perecer de ahora en adelante.. no cabe ninguna duda.. la moral: ese gran espectáculo en cien actos, que permanece reservado a los dos próximos siglos de Europa, el más terrible, el más problemático, y acaso también el más esperanzador de todos los espectáculos...
Salvador Dalí, sobre Le Grand Masturbateur:
En este lugar privilegiado, la realidad y la sublime dimensión casi se funden. Mi paraíso místico empieza en las planícies del Empordá, está envuelto en las colinas de Alberes, y alcanza plenitud en la badía de Cadaqués. Esta tierra es mi permanente inspiración. El único sitio en el mundo, también, en dónde me siento querido. Cuando pinté la roca que titulé El Gran Masturbador, no hice nada más que rendir homenaje a uno de los promontorios de mi reino, y mi pintura era un himno a una de las joyas de mi corona.
La mejor poesía de Dalí fue legar en su muerte, este cuadro al Museo Reina Sofía de Madrid.
PS: Dedico este post a Audal, una nueva persona en este mundo.
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