Es curioso de ver la veneración que las ciencias actuales hacen a
la estadística. Evidentemente, la estadística, aunque se pueda estudiar con
formulas matemáticas, no tiene nada que ver con las ciencias exactas. De hecho,
se usa para dar una aproximación racionalizante a una multitud de datos
incomprensibles para la mente racional. Y no olvidemos tampoco que los propios
datos a los que les aplicamos las herramientas estadísticas son datos
condicionados por nuestra concepción previa de los fenómenos, es decir, aquellos
datos que nosotros consideramos importantes a priori en la observación
del fenómeno que queremos estudiar, seamos conscientes o no de este hecho, ya
que nuestra “concepción” de la realidad también opera a nivel inconsciente. Los
fenómenos, por definición, tendrán mil caras, algunas medibles
fácilmente por la tecnología actual, otras difíciles de medir o que se
podrán medir parcialmente, y otras que quizás ni sabíamos que existían
en el momento de empezar a estudiar el fenómeno. Cualquier estudio serio tiene
que empezar por saber en qué partes fundamentales condicionantes se
divide el fenómeno, o tipos, en palabras de Menger. Esto ya de entrada
es un estudio teórico o especulativo, no experimental. El primer paso para
entender lo que se quiera entender es un análisis conceptual abstracto, y hay
que tener claro este punto, pues lo estaremos realizando sí o sí, seamos
conscientes o no de ello. Por tanto, es mejor aceptarlo y analizar primero
sobre qué concepción de la realidad estamos partiendo, pues de esta
manera podremos identificar mejor los fallos en la teoría en caso de que estos
se produzcan una vez aquella se haya desarrollado.
Como se sabe ya de forma tajante, requeteprobada y
aceptada en la física cuántica, el observador influye en los resultados
de los experimentos, no existiendo el fenómeno real objetivo, sino que
el observador condiciona al mismo tiempo los resultados según la manera
en que el estudioso se acerca al fenómeno. La estadística nos ofrece la
tentadora apariencia de una comprensión del fenómeno mediante palabras
llamativas que impresionan a los afanosos del conocimiento objetivo. Porcentajes,
probabilidades, distribuciones, y medianas engañan a la mente e impiden hacerse preguntas
que traspasen las concepciones previas del fenómeno, omitiendo posibles
variables o tipos que no se habían tenido en cuenta en la primera
observación, o de las Dimensiones Superiores que puedan influenciarlo.
La estadística es una aproximación, como he dicho, que puede
no tener nada que ver con las leyes que mueven los fenómenos que se
observan. La biología, la economía, y la sociología la usan como una
herramienta fundamental en sus cálculos y predicciones... y en la Crisis
Económica Mundial actual nos encontramos... ¿Cuántos miles de licenciados en Economía salen cada año
recién fresquitos de nuestras preciadas universidades, para que luego resulte
que sus magníficas formulas estadísticas no nos puedan ayudar en nada
a mejorar la economía de nuestra sociedad?
Esto es una declaración de principios. Para analizar con
detalle la nueva creencia en la estadística tendría
que estudiar más en detalle casos prácticos aplicados en economía, biología, psicología y sociología. Pero yo ya tengo clarísimo que la estadística es una
herramienta no válida como sustituto absoluto al análisis teórico de los
fenómenos universales.
Y como decía Menger en el año 1883...
La investigación de tipos y de las típicas relaciones del
fenómeno es de una significancia verdaderamente inmesurable para la vida
humana, de no menos significación que el conocimiento del fenómeno concreto.
Sin el conocimiento de las formas empíricas, no podemos comprender las miríadas
del fenómeno que nos envuelve, ni de clasificarlo en nuestras mentes; ésta es
la presuposición para un conocimiento más comprensivo del mundo real. Sin el
conocimiento de las típicas relaciones nosotros estamos privados no sólo de la
comprensión más profunda del mundo real, como mostraremos más adelante, sino
también, como se puede ver fácilmente, de todo conocimiento que traspase la
inmediata observación, i.e., de cualquier predicción o control sobre las cosas.
Toda la predicción humana y, indirectamente, toda la arbitrariedad moldeante de
las cosas está condicionada por aquel conocimiento que nosotros previamente
hemos llamado general.
Menger, Investigaciones sobre el método en las ciencias sociales.
Libro Uno, página 36.
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