No son nuevas las teorías que postulan
la existencia de distintos planos de realidad, de universos
paralelos, o de múltiples dimensiones. Como ya apunté en el
anterior post, la “realidad” del día a día puede separarse,
para que nos entendamos, entre el plano físico, y el
plano mental-espiritual. La
teoría Jungiana de los arquetipos y el inconsciente colectivo se
situaría en el el plano mental-espiritual, y podríamos dejar el
resto para la ciencia que nos enseñan en la universidad. Para
familiarizarnos con el concepto del multiverso, qué mejor que unas
historias fantásticas de un anime japonés llamado Urotsukidoji.
Como veremos en la presentación, según la película existen tres
mundos, el de los hombre-bestia o superhombres, el de los humanos que
todos conocemos, y luego está el de los demonios.
Las historias o
fábulas de elfos, vampiros... están muy extendidas en el folklore
universal, pero esta saga de anime es especial porque recoge
elementos filosóficos muy profundos de distintas culturas. Se
podría decir que Japón a lo largo de los siglos ha sido una esponja
absorbiendo e interpretando a su manera todas las corrientes de
pensamiento que llegaban a sus costas. Hinduísmo, budísmo, taoísmo,
y recientemente cristianismo, han nutrido las islas del sol naciente,
y podemos apreciarlo en el arte que exportan con el formato de
dibujos animados para adultos. La palabra manga
es asociada habitualmente al friquismo puro y duro en nuestras
tierras, provocando la consternación a aquellos espectadores
ocasionales que por error topan con alguno de estos films. Y es que
desde nuestra cultura occidental bienpensante, simplemente, no se
entiende. No es mi tarea en este post explicar el manga para
neófitos, pero sí que voy a usar la saga Urotsukidoji para explicar
los siguientes elementos filosóficos:
a)
De la misma manera que en el budismo y el hinduísmo, según la
leyenda de la película, la historia es cíclica. En contreto, cada
tres mil años aparece el Chojin,
una criatura misteriosa que tiene la curiosa tarea de destrozar
los tres mundos o universos paralelos para crear otros de nuevos.
Encontramos el paralelismo con la danza de Shiva del hinduísmo, y
los ciclos creación-destrucción que simboliza. La destrucción
de hecho no es el concepto que tenemos en occidente para esta
palabra, sinó que significa también regeneración.
En la película hay constantes referencias a este ciclo vital
desarrollo-muerte-resurrección.
b)
Se podrían interpretar los mundos paralelos como
Cielo,
el de los superhumanos, y como Infierno
el de los demonios, para buscar la analogía cristiana, pero nos
damos cuenta que esta asociación no termina de encajar. ¿Por qué?
Porque la película juega en todo momento con la arbitrariedad sobre
el bien
y el mal.
En el cristianismo ya sabemos que en el infierno están los malos y
en el cielo están los buenos, pero en Urotsukidoji no se sabe muy
bien quién es quíen. Eso sí, los demonios son un poco más tontos
y feos... y también están siempre follando... aunque los del
cielo... no os creáis... también se lo pasan de maravilla...
Cualquiera en la película arrima la ceboyeta a la primera ocasión...
porque... ¿qué significa el sexo sinó la unión de los opuestos?
Los tres mundos están unidos por la energía sexual; el prana,
kundalini, ki... la fuente de la vida y de la generación.
c)
Quien gobierna el Cielo es un anciano, y quien gobierna el Infierno
es una mujer. Los dos mundos se unen en contra del Chojin
en un intento desesperado de mantener las cosas tal y como estaban.
Evidentemente, fracasan. Las cosas no duran para siempre. Ni los
imperios, ni las naciones, ni las ideologías, ni la religiones...
todo está en un perpetuo cambio o evolución, como explicaba la
visión taoísta, una idea también de Heráclito, que se había
olvidado en occidente hasta la teoría
de la evolución de las especies...
No hay comentarios:
Publicar un comentario