Muy bien.
Dios, en forma de verdad absoluta de las cosas, de
imposición divina indiscutible externa a uno mismo, se puede dar ya por
muerto.
Los valores que hemos
heredado en nuestra sociedad son valores totalitarios, herencia de sociedades
patriarcales que han estado los últimos milenios arraigándose en todos los
ámbitos de la cultura: lenguaje, ciencia, economía, política y educación.
¿Y ahora qué? Se
preguntarán ustedes...
¿Tenemos que recuperar
las viejas tradiciones matriarcales? El culto a la Luna, por ejemplo, la triple
diosa(creciente, llena, menguante) precursora por otro lado, del culto
cristiano de la santísima trinidad, y que forma una parte muy
significativa de la mitología griega y pagana?
La relatividad
y la subjetividad de todos los conceptos que deriva de las últimas
investigaciones sobre los fundamentos de la “realidad” por parte de la física
cuántica, realmente suponen un varapalo para muchas conciencias
“rectas”, “virtuosas” y “bien” educadas de nuestra sociedad.
Que nada sea eterno,
no quiere decir que todo de igual. La ciencia puede acotar los ámbitos de
aplicación de los conocimientos, como ha hecho el ser humano desde que se bajó
de los árboles, y transmitirlos en forma de lenguaje, como aprendió a hacer
también de alguna manera por aquel entonces... la diferencia ahora estriba en
que todo tiene que ser contextualizado, para poder ser transmitido en forma de lenguaje,
explicando bien la concepción que se tiene de los conceptos que se usan, pues
según el ámbito de aplicación, o la formación que haya recibido una persona, su
procedencia, etc, una misma palabra puede llegar a significar cosas muy
distintas en la mente de dos interlocutores.
El hecho de que Todo
esté interconectado, a parte de imposibilitar la comprensión de individualidades
totalmente extraídas del resto, es una entelequia de difícil comprensión. De
hecho, ha sido y es constantemente fuente de malinterpretaciones por mentes
todavía influenciadas por los viejos valores. Incluso las ramas ancestrales del
conocimiento místico, se ha visto a lo largo de los últimos milenios, cómo han
ido perdiendo su esencia, llegando a categorizar y venerar conceptos que
también son relativos, como por ejemplo, el Amor.
No hay una
categorización conceptual que haya hecho más daño en la historia de la
humanidad como la veneración absoluta de la palabra Amor. No hay que
decir que fue el caballo de batalla del cristianismo, y vemos cómo en la
sociedad occidental postcristiana se sigue venerando a esta palabra, que
sin reflexionar sobre ella, sin darle nuevos significados, acaba siendo lo que es: una palabra, que puede llegar a no tener nada que ver con la realidad.
No hay que decir que hippismo,
pacifismo o neobudismo, veneran esta palabra como si fuera la verdad
absoluta, igual que lo hace la Iglesia Católica y Apostólica Romana, por
poner un ejemplo.
Que todos los humanos
que formamos parte de este planeta estemos conectados en forma de una red es un
hecho evidente, de la misma forma que si te dedicas a hacer daño a las
personas, lo más probable es que te lo terminen haciendo a ti. Esto que en el
budismo se llamaba Karma, es tan evidente que no hace falta discutirlo.
Pero de aquí al concepto abstracto de que hay que amar a todo el mundo,
la verdad es que hay un trecho importante. Antes que el amor incondicional, hay
que realizar que nosotros sí, tú, la persona que estás leyendo esto ahora, eres
un nudo de esta red, con un importante grado de autonomía e independencia.
Condicionado por el entorno, evidentemente, pero con voluntad propia y capacidad
para pensar, sentir, y decidir lo que es más importante en tu realidad diaria.
Si dejas estas reflexiones a las demás personas, bajo la excusa del amor, vas a
sufrir mucho. Mucho, pero que mucho. Porque por más que quieras a alguien,
aquella persona no puede entrar dentro de tu mente, de tus emociones, para
comprenderte al 100%. Podrás compartir cosas, pero raras veces podrás
fusionarte de manera completa con aquella otra persona.
Puede haber gente, que
por ignorancia, puede hacer daño a otras personas. ¿Hay que ser condescendiente,
y simplemente perdonar? Evidentemente que no. Hay que hacer ver a las otras
personas sus errores, en la medida de lo posible, claro.
Aah... amigos... como
ya sabían Schopenhauer y Nietzsche, mucho antes de que Freud intentara
categorizar los enrevesados entresijos de la mente inconsciente, muchas veces
actuamos sin darnos cuenta. Guiados por nuestro subconsciente. Sin tener en
cuenta esto, puedes esconderte debajo de la magnífica palabra Amor,
que si no conoces tus miedos y frustraciones, vas a hacer mucho daño, aunque tú
puedes no darte ni cuenta, a no ser que alguien te lo explique, o te lo haga ver
de alguna manera.
Los avances de la
relatividad relacionados con la psicología, para muchos provocan un vacío, el
nihilismo: no creer en nada como verdad eterna. Pero que no creamos ya en las
palabras como medio de transmitir y comprender la realidad, no quiere decir que
creamos en nada... podemos creer en la apreciación de la belleza, en el arte,
en el juego, en la diversión, todos estos son conceptos subjetivos,
intransferibles, que requieren la experiencia del individuo, y sin ella
se convierten en conceptos vacíos.
Nietzsche se defendía
de las críticas que recibía de ser nihilista diciendo que los nihilistas eran
los cristianos y los que creían en las categorías universales del lenguaje como
la razón, el amor, la ciencia, pues ello implicaba
automáticamente la negación de la realidad emocional propia e intransferible, la
negación de TÚ vida en el momento actual y presente.
Evidentemente, podemos
transferir conocimientos mediante el lenguaje. Lo que digo es que hay que
vigilar, y saber en todo momento que es lenguaje: hemisferio izquierdo
masculino cerebral, y tiene sus limitaciones, como bien saben las mujeres.
Para empezar a cuidar
las sutilezas del lenguaje, voy a poner un ejemplo:
One Love, la canción de Bob Marley, hace referencia a
la interconexión de todas las cosas, a esta matriz invisible que abarca todo.
Yo prefiero llamarle el Todo en vez del Uno. Pues, llamarle uno
implica que hay el dos, y el tres... en cambio, si lo llamamos el
Todo, implica que más allá del Todo, no hay nada. Sí, amigos míos, más
allá del todo no hay nada, ni el odio. El Todo, incorpora tanto al Amor
como al Odio, así como la realidad “física” está constituida por fuerzas
de atracción y de repulsión, y sin las fuerzas de repulsión, no
existiría el mundo tal como lo conocemos, pues Todo se encontraría
aplastado, sin la posibilidad del movimiento y de la generación, concentrado en
una especie de “masa” totalmente muerta.
Voy a usar la leyenda
hindú de la creación, la danza de Shiva para ilustrar la relación necesaria
entre las fuerzas constructivas y destructivas para la existencia de éste
maravillosos y diverso universo nuestro:
Desde su antebrazo
inferior derecho se desenrolla una cobra. La Luna Creciente(nacimiento y
crecimiento) y un cráneo(muerte) posan sobre su tocado: también tiene en él una
flor de estramonio, planta con la que se prepara un veneno. La mano superior
derecha de Shiva, sostiene un tambor, llamado Damaru, que simboliza el sonido
que marca el ritmo espacio-temporal y la primera actividad de Shiva llamada
Sristi, la creación. La mano superior izquierda sostiene una llama, que es la
energía que impulsa al mundo y que acabará por devorarlo, es el fuego(Agni), el
elemento de la destrucción, pero también de la renovación. El equilibrio de las
dos manos representa el dinámico equilibrio entre la creación y la destrucción
del mundo, equilibrio que se ve acentuado por la expresión serena e imparcial
del rostro del danzante: ni placer ni dolor, en el centro de las dos manos y
donde la polaridad de la creación y la destrucción es disuelta y trascendida.
Su diestra inferior está alzada en el mudra llamado Abhaya que significa
“no temais” y simboliza conservación y paz para aquellos que siguen los caminos
del Dharma. La siniestra inferior apunta a su pie izquierdo alzado y está en la
posición del elefante, que abre los caminos a través de la “selva del mundo”,
símbolo de la liberación(Anugraha) del encanto de Maya, la gran ilusión que
engaña a los profanos, los dormidos, con la apariencia de que el mundo es real.
El arete derecho de
Shiva es de hombre, el izquierdo de mujer, porque el dios incluye y está por
encima de las parejas de contrarios creadas por el mundo sublunar. Los
brazaletes de Shiva, los aros de sus brazos, tobillos y el cordón brahmínico
son serpientes vivas. En sus cabellos está escondida una pequeña imagen de la
diosa Ganga, porqué Shiva es quien recibe en su cabeza el choque del
descendimiento del divino río Ganges desde los cielos, y quien permite que las
aguas que dan vida corran suavemente a la Tierra para refrescar física y
espiritualmente a los hombres.
El aro ígneo a su
alrededor es el Universo manifestado a partir de la Gran Explosión Primigenia,
además de representar la naturaleza circular o cíclica del tiempo. La serpiente
en su cintura es Kundalini, la energía sexual creadora. La pequeña figura que
es aplastada por el pie derecho de Shiva es el demonio Avidya, la Ignorancia
misma que debe ser derrotada antes de alcanzar la liberación.
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