Otra forma de trabajar simultániamente los dos hemisferios
del cerebro es a través del sexo. La forma de ser masculina, así de entrada
impone una descarga física rápida hasta llegar al orgasmo, eyacular, y
descansar. Pero hay muchas más maneras de entender el sexo.
El valor que tiene la filosofía de Nietzsche para el mundo
occidental actual es el de ser la única via posible para las sociedades que
derivan de la represion a los sentidos y placeres(cristianismo y ascetismo)
hacia un goce integrador y saludable del cuerpo. La Transmutación de Todos
los Valores, como decía Nietzsche, el niño que crea, es el camino para que
las personas del mundo occidental empiezen a disfrutar del sexo. Hay que
remontarse hasta la Grecia presocrática o hasta las sociedades matriarcales de
nuestra cultura occidental para encontrar el goce de la vida y los sentidos.
Sociedades matriarcales que en la India sobrevivieron hasta
más tarde, y cuando el Islam entró en aquel territorio, se encontró con templos
llenos de estatuas de hombres y mujeres haciendo el amor, cosa de lo mas
natural del mundo, por otro lado. Evidentemente, los islamistas no tardaron en
derribar la mayoría de ellas. Aquellas eran sociedades que practicaban sexo
tántrico, y el culto a la feminidad. Y en los sitios sagrados, se veneraba la
copulacion sexual. Ojo con el budismo y el hinduísmo que ha sobrevivido hasta
ahora en la India actual, porque no tiene nada que ver con el Tantra. Estamos
acostumbrados al ascetismo de los monjes budistas y al retirarse a las montañas
para meditar, y alcanzar la iluminación, una iluminación únicamente reservada
para hombres, no lo olvidemos. Evidentemente, en la sociedad postcristiana de
los años sesenta, con el movimiento hippie, los jóvenes occidentales
descontentos hacia la iglesia y las estructuras de gobierno miraron hacia ese
tipo de budismo, sin darse cuenta de que era algo muy similar al cristianismo,
aunque incorporaron el sexo como algo normal, junto con las sustáncias
alucinógenas que canviaban la percepción de la realidad. Pero el sexo Tántrico
no tiene nada que ver con orgías hippies.
Para poder entender el sexo Tántrico hay que entender la
relación entre los opuestos placer-dolor. Y darse cuenta que la
insatisfacción de una excitación sexual en un momento determinado provoca
dolor, no sólo eso, sinó que la vía para alcanzar un estado de consciencia
búdica a través del sexo Tántrico pasa por aprender a controlar esta excitación
sexual, no reprimiéndola, sinó haciendo equilibrios entre las sensaciones de
placer y dolor que se van alternando a lo largo de una fuerte y prolongada
excitación sexual. No hay que negar el dolor, y por consiguiente, la excitación
sexual. Tampoco descargarla en un polvo rápido. Hay que jugar con él,
comprender el dolor, soportarlo, para así indirectamante poder llegar a
disfrutar infinitamente más, en una larga y revitalizadora sesión Tántrica.
¿Os acordáis de los opuestos ying-yang? El hombre
jamás podrá alcanzar el orgasmo Tántrico o femenino hasta que no acepte la
dualidad placer-dolor. Pero vivimos en una sociedad que requiere logros
fáciles, el placer inmediato, y cada vez menos gente acepta la importancia del
esfuerzo, la perseverancia, y la dedicación, principios básicos de cualquier
desarrollo personal y humano. Y muchas veces, este paso previo a la
consecucución de un objetivo o finalidad, ya sea un trabajo físico, estudiar
una materia en la escuela, o el entreno en un deporte, no es agradable, y puede
provocar dolor, desazón y sufrimiento. Pero luego vienen los frutos. En el sexo
sucede exactamente lo mismo. No se trata de no pensar en la excitación sexual,
sinó de comprenderla y controlarla, y disfrutarla, como también se puede llegar
a disfrutar del estudio, de un entreno de deporte o del trabajo. Y para ello,
hay que aprender a admirar y apreciar la belleza femenina por lo que es,
belleza. Un regalo a nuestros sentidos. Hay que acariciar cada rincón del
cuerpo de ella disfrutando, mirando por ella, para que retorne la excitación
sexual. No se vale el sexo egoísta.
En una sociedad que está cambiando, las mujeres también
tienen la obligación de cambiar. Hasta ahora estaban acostumbradas a hombres
simples monodireccionales, que trabajaban exclusivamente con su hemisferio
izquierdo racional del cerebro, siendo las emociones y el sexo su punto fuerte.
Este tipo de hombre caía enseguida debajo de una sonrisa enigmática, una mirada
cálida, o un cuerpo escultural. Pero el hombre que ha integrado el masculino
y el femenino, no cae como una mosca ante estas trampas de mujer. El hombre
evolucionado, lo que quiere y exige de una mujer es ternura, sinceridad y
valentía para comprender la nueva situación. No un cuerpo escultural, para
encontrarse al cabo de los años que no conoce a su mujer, y que ha estado
utilizando al hombre usando su poder sexual femenino, que él no controlaba ni
comprendía hasta ahora.