Extracto
de la segunda parte de la autobiografía de Salvador Dalí:
Diario de un genio.
Septiembre
de 1958:
Al día siguiente, mientras en la
cubierta del United States comienzo mi viaje de vuelta a
Europa, me digo: «Me
gustaría saber quién, en la actualidad, es capaz de, en un solo día
(día contenido ya en el espacio de tiempo del huevo excremencial de
mi sueño matutino), conseguir transmutar en creación preciosa todo
el tiempo sin forma y en bruto de mi material delirante. ¿Quién,
con el estallido de un huevo único, hubiera podido pegar en su
bigote toda la historia del pasado y el futuro del marxismo? ¿Quién
hubiera podido encontrar el número 77.758.469.312, la cifra mágica
capaz de extraviar en su posible camino toda la pintura abstracta y
el arte moderno en general? ¿Quién hubiera podido conseguir
introducir mi cuadro El
sueño cósmico de Cristóbal Colón
en el interior de un museo de mármol, tres años antes de que se
construyera el museo? ¿Quién, repito, en un solo día hubiera
podido cosechar, con los jazmines eróticos de Gala, tanta perfecta
pureza de huevos blanquísimos, que superan todo lo visto y lo que
queda por ver, y mezclarlos con las ideas más impecables de Dalí?
¿Quién, en efecto, sería capaz de vivir tanto y de agonizar tanto,
de abstenerse tanto de comer y de vomitar tanto, y de transmutar
tanto casi nada? ¡Quién sea capaz de hacerlo, que me arroje la
primera piedra! ¡Dalí está ya de rodillas para recibirla en pleno
pecho, pues esta piedra no puede ser otra que la piedra filosofal!»
¡Ya
está a la venta!