La libertad arrastra el debate filosófico desde los mismos
orígenes de la filosofía. ¿Somos realmente libres? ¿Estamos
condicionados por nuestros genes? ¿Por unos clichés sociales? ¿Por
nuestro instinto reproductivo? voy a intentar describir este concepto.
Para llegar a dilucidar sobre la supuesta
libertad del ser humano antes se tiene que tener claro el concepto de
ser humano. No puedes hablar de si una manzana es azul o roja si no sabes qué es una manzana.
Pues.. ¿Qué es el ser humano? Ja!!! bonita pregunta para empezar un Blog, sí señor...
Lo que sé es lo que no es. No es un perro, no es un caballo... jaja.. y así indefinidamente...
Pero
sí que somos una cosa. Animales. No voy a entrar ahora en la
controversia de la evolución de las especies, pero lo que está claro es
que comemos, como otros animales, defecamos, como los demás animales y
procreamos, como la gran mayoría del reino animal. En este punto
recomiendo la lectura de
Inteligencia Emocional de Daniel Goleman, en donde refuta la definición de Aristóteles
el hombre es un animal racional.
Daniel Goleman argumenta con mucho acierto, respaldado por avances
médicos y de estudios cerebrales recientes, que el hombre es en esencia,
un animal emocional.
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Muy
bien. Aceptemos que el hombre es un ser principalmente emocional. ¿Qué
nos mueve a actuar? Pues nuestro afán de incrementar nuestro grado de
satisfacción, felicidad, placer... intentar transformar la tristeza,
frustración, dolor; en agrado y placer, o por lo menos disminuir el
grado de dolor.
Hace falta puntualizar que solamente
las emociones agradables no son para nada el motor de la conducta
humana. Embriagados en el placer o la felicidad estaríamos como
encadenados, no actuaríamos, moriríamos. Algo similar hacen las drogas,
que no son otra forma de engañar las emociones, impidiendo el curso
natural de éstas.
Lo que mueve la conducta humana es
precisamente el hecho de sufrir insatisfacción, dolor, hastío...
realizando un proceso mental que voy a llamar
proyección, en
donde entra en juego la parte racional de nuestro cerebro, recopilando
datos de la experiencia pasada, y estimando cuales son las mejores
opciones o actuaciones que el individuo puede llevar a cabo con el
objetivo de cambiar de estado
a mejor. Este proceso de
proyección,
en situaciones diarias sucede de forma inconsciente, pudiendo pasar al
consciente en problemas mayores que engloban emociones de más días.
Es
importante recalcar que son las malas emociones el catalizador de
nuestros actos, en donde la experiencia vital del individuo orienta en
uno o en otro sentido.
Igual que en la física
Newtoniana, cualquier cambio de movimiento de un cuerpo, es el resultado
de un desequilibrio en las fuerzas que actúan sobre él. En el ser
humano estas fuerzas son las
malas emociones. Ya lo sabía Nietzsche cuando en
Así habló Zaratustra dice:
para llegar a las más altas cimas hay que atravesar antes los más profundos valles.
Un
ejemplo similar es el del Taoísmo, en donde se dice que cualquier
movimiento es provocado por el desequilibrio entre el Ying y el Yang.
Nótese
que digo que el motor son las "malas" emociones. También podría decir
la falta de buenas emociones, pero es una diferencia puramente
sintáctica, pues son fuerzas complementarias. Si no experimentamos
buenas emociones, ¿qué experimentamos pues? ¿Nada? o estás muerto o te
aseguro yo que te sientes mal. El puro deseo de éso que te hace feliz se
convierte en dolor si no lo posees.
Podría citar los
Estoicos griegos, que intentaban estar siempre en un equilibrio
perfecto, no sintiendo alegría, ni "buenas" emociones, para luego no
sentir el dolor y la tristeza. Porque amigos, después de la alegría y el
placer viene el dolor(al revés también). Dudo que algún estoico
consiguiese llegar a su objetivo, pues es ir contra la naturaleza de uno
mismo. Alguien que quizás haya llegado a este punto de equilibrio
serían los budistas con el Nirvana, a base de años de entreno en la
meditación. Yo no conozco a nadie que haya llegado, pero comentan que
experimentan una "iluminación" adquiriendo conciencia semidivina de
cuanto les rodea. No voy a profundizar en unas prácticas que no conozco,
pero si bien te puede servir la meditación para conocerte a ti mismo,
encontrar el equilibrio y potenciar tus buenas cualidades, no me atrae
la idea de que su último objetivo sea llegar a un estado semivegetativo
llamado Nirvana.
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Vale, el ser humano es:
1. Un ser emocional
2. Actúa en función de estas emociones, para conseguir para sí un mayor grado de satisfacción o bienestar del que posee.
Con
estas dos premisas, que tengo que decirlo, no todo el mundo las
reconoce como válidas, nada más ni nada menos que se puede deducir o
intuir una completa concepción de la humanidad que puede llegar a
englobar gran parte del conocimiento humano.
Respecto a la pregunta que hacía inicialmente: ¿Somos libres los humanos? creo que la respuesta ya está dada.
Somos libres de actuar como queremos, de lo que
NO
somos libres es de sentir unas emociones o otras. En este caso la
naturaleza sigue su curso... unas leyes a las que nosotros como especie
nos debemos. De hecho somos el resultado evolutivo de estas leyes, donde
las que mandan son el instinto de supervivencia y el de reproducción.
Negarse a ellas es negarse a uno mismo. La gente que piensa que el
hombre ha evolucionado tanto que se puede permitir abandonar estas
reglas, es como si dijera que el hombre ya no es una especie animal,
sino que ha pasado a ser algo completamente distinto. ¿Dios
todopoderoso? ¿Algún ente semiabstracto? no se me ocurren mas apelativos
porque no sé qué pretenden que sea el ser humano. Yo no lo conozco. Y a
quien piense que el hombre lo creó Dios a su imagen y semejanza ya no
le digo nada mas porque no hay argumentos para rebatir éso(ni para
apoyarlo).
Bien, las emociones vienen dadas por
nuestros genes, instintos, energía cósmica o como lo queráis llamar. No
me importa cual es el catalizador de nuestras emociones. Intentar
escudriñarlo nos llevaría a discusiones inútiles que nada más nos
alejarían de los temas verdaderamente importantes. Llamadle genética,
instinto animal, Tao, Chi, me da igual. La cuestión es que las emociones
están allí, y no se pueden evitar. Ni que queramos. Tenemos que cargar
con ellas. Hay métodos mentales y espirituales para canalizarlas y
orientarlas para caminos que nos sean más favorables, pero lo que es
imposible es negarlas. Es IMPOSIBLE. Acaban saliendo, y como más se
hayan reprimido más violentamente esclatan, pudiendo crear alteraciones
psíquicas muy graves.
En este blog no voy a dar
técnicas de cómo canalizar correctamente nuestras emociones en nuestro
beneficio, pues es un ramo del conocimiento humano muy extenso y
específico que en estos momentos no soy capaz de enseñar, aunque lo
encuentro muy interesante. Sé que hay técnicas de psicología grupal,
técnicas más orientales pero en lo que todas las técnicas coinciden, es
en lo primordial que es conocerse a sí mismo. ¿Cómo vas a solucionar un
problema si no conoces el origen del problema? Imposible. Esto me
recuerda a los gobiernos intentando solucionar la crisis global. De los
que están gobernando no hay nadie que sepa cual es problema en la crisis
económica. Jaja... da risa para no llorar o incluso peor, salir a la
calle a destrozar todo lo que uno encuentra. Están dando palos de ciego
al agua, a ver si por
chiripa dan con la solución adecuada...
Como iba diciendo, conócete a ti mismo. Ésta era la inscripción en la
puerta del horáculo de Delfos de los antiguos griegos. Mira si eran
apañaícos
ya esos griegos que en el 400a.C(o antes) ya sabían eso tan importante
que personajes como Freud rescataron hace un siglo. Pues sí, aceptar
cómo es uno mismo constituye el primer paso para la felicidad.