Presentación

Este blog está realizado con el objetivo de divulgar conocimientos sobre filosofía, ciencia, sociedad, política y espiritualidad en un intento de unir estas disciplinas que en la actualidad se estudian por separado. Continuar leyendo la presentación

martes, 16 de octubre de 2012

La síntesis Hegeliana


Hice un parón en las artes marciales de unos siete años, pues por circunstancias de la vida mi mente estaba absorta en otras ocupaciones o quehaceres. Pero irremediablemente mi cuerpo y mi mente seguían pidiéndome que realizase algún tipo de actividad física. Probé en la universidad con el rugby, pero yo soy más bien bajito, y tener que impactar a la carrera con hombres que me doblaban en peso suponía un inconveniente a tener en cuenta. El rugby es un deporte increíblemente bonito, dónde se trabajan los valores de cooperación entre los compañeros de equipo, comunicación y entendimiento, dejando pero, siempre algún espacio libre para la hazaña individual. A diferencia del fútbol americano, aquí no se llevan cascos ni protecciones a modo de escudo. És tu cuerpo que absorbe exclusivamente los impactos en las escaramuzas que se producen a lo largo de la violenta búsqueda del  rico melón.

Considerando aquellos choques como perfectamente elásticos, que no lo eran, pues la temperatura de mi cuerpo subía después del impacto, y por aquello de la conservación de la cantidad de movimiento y de la energía, cuando el jugador del equipo contrario que venía hacia mí tenía el doble de peso que yo, y se movía a la misma velocidad pero en sentido opuesto, mi cuerpo, por el hecho enigmático de acatar sine qua non las leyes de la Física antes descritas, se veía consecuentemente catapultado hacia atrás a 1,6 periódico veces la velocidad que llevaba yo antes del impacto, mientras mi oponente tan sólo se veía reculando a un mísero 0,3 periódico de su velocidad inicial. La comprobación experimental de las antes citadas leyes de la naturaleza en mi propio organismo hicieron que paulatinamente, dejase el rugby.

Hoy en día, como en las demás épocas pasadas de la humanidad rige una ideología, una manera de ver el mundo. En el mundo académico, ésta se llama positivismo o cientifismo, que se caracteriza por pensar que la ciencia puede llegar a resolver todos los problemas de la humanidad, y propone un método de estudio de la llamada realidad, el empirismo, inductivismo o método científico, en el que sólo se considera válida la experiencia, a fin de llegar a dicho conocimiento. Los positivistas reniegan de la metafísica, e incluso defienden que la filosofía debe de dejar de preguntarse sobre ésta, y debe de servir exclusivamente a la Ciencia.

Olvidan a la metafísica, a las premisas a priori, a las suposiciones que no se puedan demostrar, pero ellos mismos, sin darse cuenta, son los creadores de la metafísica o creencia mas extendida hoy en día en nuestra sociedad: el creer que la ciencia puede llegar a conocer y solucionar todos los problemas humanos, únicamente usando el método hipotético-deductivo.

Éste método es el que se usa en investigación tanto en ciencias naturales como en ciencias sociales. Evidentemente, los resultados obtenidos con este método siempre dejan excepciones, porque la realidad que quieren estudiar es demasiado compleja para su método. Reniegan de las idealizaciones que son tan comunes en la física, que me han servido a mí para la exposición del impacto en un placaje de rugby, o en la química. ¿Qué decir también de las matemáticas, que se mueven enteramente en un mundo ideal, con suposiciones que no tienen porque corresponder a ninguna realidad?

Pero el positivismo que domina hoy en día las universidades reniega de estas idealizaciones, que son tan importantes para entender las leyes naturales o universales que subyacen misteriosamente a toda realidad visible y medible.

Carl Menger fue un economista austriaco de finales del S.XIX. A él se le atribuye ser el creador de una corriente de pensamiento económico : La Escuela Austriaca, de la que sus ponientes tuvieron que emigrar a los Estados Unidos bajo la persecución Nazi. Allí siguen con fuerza estas teorías, aunque de momento sólo son defendidas por grupos minoritarios en aquel país, como los Libertarios.

Carl Menger se revela también como filósofo de la ciencia con la publicación en 1883 del libro “Investigaciones en el método de las ciencias sociales con especial referencia a la economía”.  En este libro se pueden apreciar muchas perlas, y muestra que Menger tenía conocimiento de todos los grandes pensadores hasta la época: Platón, Aristóteles, Bacon, Kant, Locke, Smith, por decir sólo algunos.

Su aportación revolucionaria es reivindicar, no sólo para las ciencias naturales, sino también para las ciencias sociales, las anteriormente citadas idealizaciones, con el fin de poder llegar a entender las leyes universales infalibles que se ocultan a la simple observación directa de la llamada realidad.

El método Teórico Exacto, como lo llama Menger, consta de los siguientes pasos:
a)      Analizar la realidad tomando datos, estadísticas, leer la historia.
b)      Separar y clasificar esos datos en tipos o elementos universalmente tipificables
c)      Construir las premisas o suposiciones necesarias(causas) para que se genere el inevitable desenlace(efecto) 
d)      Desarrollar la teoría y dar con las leyes universales que subyacen.

Hay que decir que la teoría puede ser cierta con las previamente supuestas y necesarias premisas, aunque la dificultad de encontrar un caso en la realidad que las cumpla todas y en exclusividad, puede ser imposible. Recordad que en economía o en las ciencias sociales no estaríamos estudiando un choque elástico que se puede repetir cada cinco minutos, sino efectos que pueden tardar años en desarrollarse. Pero no por ello debemos de  dejar de considerar válidas dichas teorías cuando hay suficientes indicios de que sean ciertas.

En mi humilde opinión, siempre que sea posible hay que atenerse al racionalismo crítico que desarrollaría Popper mas tarde, el cual admite abiertamente que no existen verdades absolutas en la ciencia, sino que ésta es un conjunto de conocimientos que se van superando y refutando a lo largo del tiempo, avanzando lentamente pero con firmeza.

Las ciencias sociales han adquirido el método hipotético-deductivo de manera excluyente por la simple razón de la mayor complejidad que tienen respecto la física o la química. En física también encontramos teorías basadas exclusivamente en la acumulación de experiencias o estadísticas en los casos en que hasta la fecha ha sido imposible dilucidar las leyes que nos permiten predecir el fenómeno. Usamos en estos casos fórmulas matemáticas construidas con datos estadísticos, suponiendo que el fenómeno futuro seguirá con la tendencia anterior. Un ejemplo de este caso es la transmisión de calor.

Quizás por causa de la mayor complejidad, actualmente en el estudio de la economía solamente se usa el método hipotético-deductivo del que hacíamos referencia. Pero Menger usa en sus razonamientos, ya sea de manera consciente o inconsciente, el principio hermético de lo que es arriba es abajo, y afirma que no hay ninguna diferencia esencial entre las ciencias sociales, y las naturales o físicas, sino que ésta sería únicamente de grado. Así pues, ve completamente válido usar las idealizaciones exactas también en la economía que estudia él, pero no sólo en ella. También en la biología, en la sociología, la sicología, etc.

Según Menger, la comprensión teórica de cualquier fenómeno puede ser el resultado de una doble orientación, la empírica-realística y la exacta-teórica. Son dos orientaciones que se complementan, sin contradecirse.

Otro aspecto a tener en cuenta en sus planteamientos se tiene que entender en clave de su época, en la que el Romanticismo había dejado huella. El Romanticismo, como corriente de pensamiento y artística aparece en el SXIX como reacción al Clasicismo anterior que caracterizó la ilustración francesa del S.XVIII, el siglo de las luces.

Así pues, el culto a la razón que todavía coleaba de Descartes, desemboca en el Romanticismo, una corriente en la que predominan las formas orgánicas y espontáneas, los sentimientos en detrimento de la antes citada razón. De esta manera la Historia cumple con su dialéctica, y se va al polo opuesto, dando validez una vez más a las teorías dialécticas Hegelianas. Así, el nuevo movimiento artístico, filosófico, científico y político reúne lo mejor de las precedentes etapas de la humanidad, alcanzando ésta consecuentemente, un estadio superior de conocimiento y relación con su entorno(tesis, antítesis, síntesis). 

Unas breves trazas sobre el Romanticismo, que se caracteriza por:
Tener una conciencia del Yo como entidad autónoma dotada de cualidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento, que tienen más valor que la razón;
Por la primacía del Poeta como demiurgo o creador de su universo;
Por la defensa de la Libertad individual del hombre;
Y muestra una fascinación por la naturaleza en su estado salvaje y orgánico.

Menger arranca directamente de la concepción romántica de la realidad, y concibe la espontaneidad orgánica e irracional como origen primigenio de los estados, leyes, las lenguas y la economía, que se fundarían de forma involuntaria e inconsciente como consecuencia directa de la suma de las necesidades individuales de los hombres. Las leyes, en primera instancia se formarían para protegerse del despotismo o abusos de algunos. Aunque esto seria solamente en su estado inicial, como origen. A lo largo de generaciones, las leyes o normas de convivencia no escritas se irían asentando, y pasarían a formar una entidad externa a los individuos, que las perciben ahora como algo superior o divino, perdiendo la comprensión del origen interior de ellas. Entonces se crean las religiones o normas, que en éste paso de la historia humana, ya se crean de forma positiva: es decir, intencionada, no espontánea. Los gobernantes aprovechan el olvido original y, en muchos casos, legislan únicamente en función de sus intereses, con una nueva casta de legisladores que sirven a sus propósitos. Para Menger, entender y comprender éste origen natural, espontáneo o involuntario que se dio en los albores de la civilización como consecuencia de las necesidades de la mayoría de sus individuos, es crucial para poder legislar de forma efectiva, así como para poder aplicar las teorías científicas resultantes de dicho esfuerzo en la práctica política habitual. ¿Pero qué pasa cuando queremos estudiar una época en la que no hay registros históricos? Es decir, nos encontramos en la llamada prehistoria? Entonces el método empírico o estadístico se vuelve imposible. ¿Y por ello debemos dejar de investigar este ámbito de conocimiento? Claro que no. Pero las dificultades evidentes dejan en este caso únicamente el paso a la ciencia exacta o teórica.

Haciendo una analogía con la condición humana, sería lo mismo que afirmar el hecho de que hay que intentar comprenderse a uno mismo, mirar en tu interior e inconsciente para poder así tomar las decisiones correctas en la vida, que nos lleven a la anhelada felicidad que todos deseamos. Ésto que no se acostumbra a practicar mucho en nuestra sociedad actual sí que estaba pero, en el templo de Delfos de la Grecia Clásica, donde en sus puertas había la inscripción Conócete a ti mismo. Nada nuevo bajo el sol.  

Nuestro filósofo olvidado hace, en el siglo XIX la analogía de un estado con un ser vivo. En un ser vivo como una planta, por ejemplo, las células no son controladas de modo central y racional, sino que ellas mismas se organizan y distribuyen sus tareas en beneficio del máximo rendimiento del conjunto del organismo, repercutiendo así también en beneficio de cada una de las células que lo conforman. De forma espontánea o autónoma, no racional o impuesta. En el origen de los estados sucedería lo mismo, pero a un nivel superior de complejidad, evidentemente. Como bien definen ahora las teorías evolutivas, aquellas organizaciones orgánicas que no tienen éxito en adaptarse al entorno, o son ineficientes respecto a otras de más eficientes, dejan de existir.

Menger pero, no se queda ahí, y realiza la siguiente reflexión para el estudio de los organismos vivos, ya sean los animales, las plantas, o las organizaciones sociales a las que hacíamos referencia:

Las ciencias que estudian los organismos no pueden estudiarlos exclusivamente como una simple yuxtaposición de sus partes y órganos, sino que también se tienen que estudiar como lo que son, és decir, como a un Todo. Ya que los organismos se presentan a nosotros en cualquier caso como unidades, y sus funciones como manifestaciones vitales de los organismos en su totalidad, esto presenta un problema que tiene que ser resuelto por la interpretación exacta de la naturaleza y de las funciones de los organismos.

No hay que decir que la medicina actual no tiene en cuenta para nada esta concepción holística de los humanos, estudiando el hombre como si su cabeza no tuviese nada que ver con su físico, o con el entorno en el que está. Los problemas físicos no tienen absolutamente nada que ver con los psicológicos según la doctrina actual de la medicina. El concepto aristotélico de holismo se adecua perfectamente a la concepción orgánica de Menger.  

Para que se entienda en qué consiste aplicar la teoría exacta en las ciencias sociales, vamos a reproducir el mismo ejemplo que Menger utiliza en su Investigaciones.

El ejemplo corresponde al incremento de precio de un bien cuando aumenta su demanda.

Axiomas o proposiciones(tienen que cumplirse sine quanon para que se cumpla la ley):
  1. Que todos los sujetos económicos considerados persiguen proteger su interés económico de manera completa.
  2. Que en la formación del precio, los sujetos económicos que intervienen poseen conocimiento de su objetivo económico y de cuáles son las maneras para conseguirlo.
  3. Que conocen la situación económica.
  4. Que no hay ninguna fuerza externa cohercionando su libertad económica.

El cumplimiento de los cuatro casos anteriormente citados no hay que decir, supone un caso ideal muy alejado de nuestra realidad cotidiana. Pero en el caso hipotético de que se cumpliesen esos preceptos, y la demanda o necesidad de las personas o empresas por un bien aumentase, manteniéndose por otro lado igual su oferta en el mercado, entonces inevitablemente el precio de ese bien subiría de una forma cuantificable.

En la realidad, pero, se podría dar el caso que el precio de dicho bien se mantuviese igual, aunque si dejara de cumplirse cualquiera de los cuatro preceptos anteriores, la teoría no por eso dejaría de poseer la más absoluta validez.

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